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Intentando dar la vuelta al mundo en autostop...

viernes, 22 de junio de 2012

Tasmania








El 27de abril de 2012 a las 10am horas de Wellington, fue la hora marcada por el  gobierno de Nueva Zelanda para abrir online las 200 plazas disponibles para que los ciudadanos con pasaporte español pudieran iniciar los trámites de solicitud del visado de trabajo para ese país, a las 10:10 am las 200 plazas ya se habían agotado...
2horas  antes, 6am en el Nuevo Estados de Gales , en Sídney, me levantaba para estar preparado para ese momento, no quería quedarme fuera como me pasara el año anterior , ya que era mi última oportunidad de conseguir el visado trabajo (working holliday Visa,) debido a mis recién cumplidos 30años. 3 ordenadores  intentándolo al mismo tiempo una y otra vez hasta que por fin.. YES! Ya tenía un nuevo destino, Nueva Zelanda… pero aun me quedaban 3 meses para seguir conociendo Australia.
Las semanas en Sídney pasaron rápido. El peor verano en los últimos 50 años ayudaron a tener un agradable otoño con cielos azules que invitaban a paseos por la costa y dejándonos ver la luna llena más grande del año en un increible acantilado sobre el mar. Rodearme de Anarquistas, activistas, ecologistas y demás anticapitalistas, inspiraron sin duda mis pasos a seguir ... por fin, recomenzamos el camino hacia el Sur, destino, Tasmania.
El autostop  por la costa fue perfecto. Como siempre, cada conductor un mundo, una vida y una historia que contar, y a diferencia de otros países, entendía lo que me decían, como cuando Patrick nos dijo que viera un O.V.N.I en el mismo lugar en el que nos dejó, o cuando Johannes nos relato de como conociera a su mujer y madre de sus  hijos cuando viajaba a dedo por Australia hacia ya casi 30 años.
Hacíamos camping junto al mar y cocinábamos la comida que encontrábamos en parte trasera de los supermercado en las barbacoas de gas o eléctricas que hay por todo el país y que funcionan con sólo apretar un botón...  Además de los kilos y kilos de comida frescas que rescatamos, entre mis hallazgos favoritos encontramos una bici de carreras casi nueva, linternas, caviar, mis nuevos pantalones  y un disco duro de 1.5tb aun empaquetado, que regalamos a  Adrian, un australiano  que pasara una semana en mi casa de Galicia  hacia ya más de dos años y que esta vez nos acogía en la suya de Melbourne. La ciudad me gustó. Después de mucho tiempo volvía a estar en otoño, aunque esta vez en Junio, algo nuevo para mí, las rojizas hojas caídas le daban un aire más carismático a los viejos tranvías que seguían cruzando la ciudad, haciéndola ideal para una postal, al igual que  St Kilda ,la zona del paseo marítimo, donde por primera vez puede ver pingüinos, lo que rompía un poco con el carácter europeo que inicialmente me dio.
Finalmente, el Espíritu de Tasmania, el famoso ferri que nos dejó en el norte de la Isla 1 hora antes del amanecer, tiempo suficiente para decidir qué hacer. Atravesar el estado hasta su capital. Fue la primera vez que un día solo mujeres nos pararon,5 diferentes hasta llegar a Hobart. También fue la primera vez que hice Woofing, unas horas de trabajo al día en una granja orgánica a cambio de comida y lugar donde dormir, en este caso una acogedora cabaña de madera,  casi 45º sur, la latitud más al sur en el que estuviera hasta el momento. Un hermoso lugar junto al mar, donde el marisco crecía como mala hierba y que me ayudó a mejorar mi mano con la paella , sólo con la mala suerte de que el 2 días nos enteramos de que las ostras y los mejillones estaban afectados por la marea roja, por lo que decidimos no seguir comiéndolos.
En estos parajes, los gatos son vistos más como animales que matan gallinas  y demás especies de aves endémicas, que como animales de compañía.Cazado el gato, quisimos darle un valor ético a tal muerte, por lo que se convirtió en la primera vez que le sacamos la piel a un animal, para su  posterior uso, y la primera vez que probé carne de felino, lo que para ser sincero no me gustó del todo. De mejor gusto fue la primera vez que hice una empanada gallega de canguro , muy aconsejable, o la primera vez que maté y desplumé un gallo, que terminó en la barbacoa de Sam, un amigo coreano que conociera mientras viajaba en un turbulento techo de los autobuses de Nepal.
Conocer un poco más del lugar, convirtió a Tasmania en mi estado favorito de Australia hasta el momento, por lo que enterarme de la tala masiva y deforestación  por el gobierno tasmano de los ancianos bosques que la pueblan, con árboles de más 500años y casi 100metros de altura, me hizo más feliz de mi primera participación en el bloqueo que los ecologistas/activistas estaban llevando a cabo para impedir tal atentado contra la naturaleza. 
En el parque Nacional de la Florentina, donde además se encuentra el circuito de cuevas más largo del mundo, se establecía un campamento barricada, con diferentes medidas para bloquear el paso a las maquinas taladores, y donde nos asentamos un par de semanas. En mi primer tracking por el bosque ( tal vez uno de los más bellos en los que haya estado antes)  resultó ser la primera vez que me perdí en uno, cuando se hizo noche, la luna  llena, aunque tapada por un eclipse de luna parcial, nos ayudaba a encontrar el camino entre los árboles, hasta que siguiendo unos pequeños lazos rosas que colgaban de algunas ramas indicando la dirección correcta,  encontramos una pequeña cabaña de madera que a judgar por los periódicos que había dentro debía llevar allí más de 60 años, y que además  había sido el lugar donde atraparon el ultimo tigre de Tasmania vivo antes de extinguirse, y donde pudimos hacer un pequeño fuego que mantuvimos por turnos toda la noche para calentarnos,  esperando a que con el alba pudiéramos regresar sobre nuestros pasos en sentido contrario.

24horas, 50Km, hambre y un gran dolor de  piernas después, encontramos el campamento. Cuando no nos perdíamos por el bosque, el tiempo allí fue ciertamente agradable, y la ausencia de policía y de leñadores no complico la cosa , con tiempo para leer y disfrutar en un lugar único. Uno de los libros que cayó en mis manos sobre el cambio climático me hizo recordad mi muy fugaz visita a Haití. Corría el año 2005, aproveche las vacaciones en la universidad de Puerto Rico para conocer la República Dominicana. En el ferri me junte con otros 5 estudiantes con quienes decidimos alquilar un coche a un empresario que conocimos en el bar del barco, con quien nos volvimos a encontrar en su oficina de  Santo Domingo, de lo que sólo recuerdo la pistola que tenia sobre la mesa mientras nos decía que si la policía nos paraba por ir 6 en el coche que lo llamásemos...
Aquel “ empresario” era amigo del alcalde de Dajabon, un pueblo fronterizo con Haití, donde cada semana se le permitía a los haitianos que pasasen para poder comerciar en el popular mercado de aquella localidad. Recuerdo ver que los turistas de pulsera, esos que no salen de su resort para nada, viajaban en un minibús, desde donde observaban el espectáculo y hacían fotos como si de un safari se tratase, y del que no se bajaban , por miedo a que los tigres, como llamaban los locales a los ladrones , los fuesen a atacar.
Desde el puente frontera, los dominicanos se entretenían viendo como los haitianos se pelaban en el rio por las monedas que les tiraba desde arriba. Inconscientemente y demasiado temerario por mi parte, empecé a cruzar el puente. El ir y venir de gente me hizo pasar inadvertido por la policía fronteriza, al otro lado, ya en Haití, Nada. Árboles talados, un paisaje desolador  con tan sólo un campamento de los cascos azules muy cercano a la frontera.. Cuando me pidieron el pasaporte y les dije que no lo tenía, me di cuenta de que era el momento de regresar lo antes posible. De vuelta, me volví a encontrar con el niño de apenas 6 o 7 años que el día anterior se acercara a nuestra mesa para rogarnos si podía comer las cabezas de los pescados que ya habíamos terminado. Feliz, nos enseñaba su llavero linterna, una pequeña lucecita roja que además de ser el mejor juguete que había tenido nunca, le iluminaba por los noches junto a su hermana pequeña.  La mañana que me lo encontré en el puente, nos presento a su amigo, de más o menos su misma edad pero que cuya barriga hinchada delataba la enfermedad que lo afligía...   Tres semanas después de eso fui de vacaciones a tan 500 millas de allí, Miami, hasta hoy aun no he visto tanto derroche en el mundo, los niños parecían más sanos es Disney World.
Cuando el fondo monetario Internacional acepto darle un crédito a Haití, fue con la condición de que bajase las tasas al arroz de importación, poco después, las empresas de USA subvencionadas por su gobierno destrozaron los agricultores locales, haciendo a este país dependiente alimenticio de ellos con un crédito que no pueden pagar.
Cada hora  mueren 180 niños de hambre  y más de 1200 de enfermedades prevenibles, dudo que aquellos niños sigan vivos.. Aquel viaje cambio mi forma de ver el mundo y hacer compartir la frase de aquel que dijo que “Una sociedad que permite que esto pase, no puede ser llamada civilizada. Ningún orden social que lo cause merece existir..”

Al otro lado del valle de la Florentina, como parte del bloqueo, estaba Miranda, una Australia que lleva subida a un árbol de casi 80 metros de altura en modo de protesta, más de 6 meses. El último día de nuestra estancia alli, aunque no hizo falta que nos encadenásemos a ningún sitio ya que los agentes de la ley no aparición, decidimos pasar una noche en uno de las plataformas que había instaladas en uno de los arboles más de 50 m de altura, y tal vez por haber sido la noche con más viento, lo que hacía mover toda la estructura en la que dormimos, hizo que aquella, fuera tal vez una de las noches que más miedo e pasado hasta el momento...


Tampoco fue muy agradable cuando de vuelta hacia el norte, la auto caravana, que una compañía de alquiler nos pago para que la condujéramos de vuelta a Melbourne, empezó a deslizarse por el hilo que cubría una de  las remota carretera del plato de las tierras altas de Tasmania. Entre las paradas que hicimos, la primera fue en el MONA, el museo de arte contemporáneo,  construido por un tasmano que se hiciera rico jugando al póker, creando uno de los museos más famosos de Australia, y de cuyas obras destacaría la maquina estómago, la cual alimentan una vez al día, y que una vez al día, termina defecando en una bandeja, lo que ciertamente me impresiono..
 Finalmente, esta vez por segunda vez, embarcarnos en el Espíritu de Tasmania que nos devolvería a tierra firme para seguir nuestro viaje hacia el Oeste…


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